Esto de si es mejor el agua embotellada o el agua del grifo, es una eterno debate entre nutricionistas, médicos… no hay unanimidad al respecto. Lo primero que tenemos que decir es que el agua del grifo es segura, salvo en algunas zonas, en la inmensa mayoría de los hogares, el agua que sale por el grifo se puede tomar con tranquilidad, no supondrá un perjuicio inmediato para nuestra salud.
Es cierto que en muchas ciudades, pueblos, el agua es muy dura, con un gran contenido de calcio y sodio, la Organización Mundial de la Salud, recomienda que cuando esto sea así, las personas que tengan tendencia a los cálculos renales o hipertensión se pasen a aguas más blandas, a agua embotelladas de mineralización débil.
El problema más habitual que asociamos con el agua del grifo es el cloro, es un elemento que se utiliza para que el agua sea potable, se pueda beber y esté libre de microorganismos que nos pueden fastidiar bastante, actúa como desinfectante, esto suele provocar un sabor ‘extraño’, que la hace poco apetecible, deja de ser ‘insabora’ que una de las propiedades que se atribuyen al agua. Debemos decir que los niveles de cloro que se emplean están estudiadísimos para que no afecten a nuestra salud, aunque es cierto que ahí está y si al final vamos sumando un poquito de aquí, otro poquillo de allí, se convierte en un muchito. De nuevo este cloro puede afectar, a larguísimo plazo, a nuestro riñones, a la función renal. Un exceso de cloro puede provocar un aumento de los radicales libres en nuestro organismo, que a su vez pueden provocar un envejecimiento celular prematuro.
En el agua del grifo también podemos encontrar resto de metales pesados como aluminio, plomo… por el sistema de tuberías, aunque esto se ha mejorado muchísimo en los últimos años cambiando a materiales muy más limpios.
El gran problema del agua embotellada es su impacto medioambiental, fabricar esas botellas de plásticos, pero también ‘destruirlas’, millones cada día, sin duda deja huella en nuestro planeta, además existe una trampa, porque las podríamos reutilizar, pero el plástico de estas botellas, para que salgan más baratas es de las calidades más bajas, y al rellenarlas una y otra vez, parte de los compuestos del plástico pueden pasar a la botella y a nuestro organismo, nada peligrosísimo, pero sí a tener en cuenta. Otro de los aspectos que tenemos que tener en cuenta es su grado de mineralización, actualmente se está llegando a un consenso es que mejor que sean agua de mineralización débil, para que no pase como con el agua del grifo que su exceso de residuos secos [minerales principalmente] no sean excesivos y acabemos teniendo problemas en los riñones.
Una solución intermedia serían los filtros en los grifos, los hay de muchas variedades: ósmosis inversa, destilación, carbón activo, de gravedas… el problema es su enorme precio y si vives de alquiler, como es mi caso, tienes que convencer a tu casero/a para ponerlo 😉 Otro día os hablaré de ellos.
La elección la tienes que hacer tú, te dejo aquí las diferencias fundamentales:
Agua del grifo |
Agua embotellada |
Bajísimo precio [0,02 euros/litro] |
Alto precio [0,22-0,30 euros/litro] |
Contiene cloro |
Te ahorras el cloro |
Más ecológica |
Menos ecológica |
Depende de la zona puede presentar exceso de cal |
Debemos buscar aquellas de mineralización débil, poco residuo seco |
Evitamos los contaminantes de la botella |
Evitamos los contaminantes de las tuberías, sistema de distribución |
Menor garantía de contaminaciones bacterianas |
Mayor garantía contra contaminaciones bacterianas |