Para que esta práctica sea efectiva se debería realizar de forma diaria, al menos diez, quince minutos al día, mucho mejor por la mañana, no hay ningún problema en realizarla a cualquier otra hora, pero sí incluirla como una tarea más en nuestras rutinas.
Cómo meditar
Lo primero que deberíamos hacer sería encontrar un lugar tranquilo, lo más silencioso posible y colocarnos en la postura tradicional de meditación o sentarnos en una silla, en una posición que nos resulte cómoda, teniendo en cuenta que lo más importante es mantener la espalda recta para no sucumbir al sueño. Ponemos las manos en el regazo, por debajo del ombligo, las palmas hacia arriba, la mano derecha encima de la izquierda y los pulgares tocándose. Inclinamos un poco la cabeza y cerramos los ojos [algunos expertos consideran que es mejor tener los ojos mínimamente abiertos, yo soy incapaz de concentrarme así] y focalizamos toda nuestra atención en la respiración, toda la actividad cerebral debe centrarse en la respiración. Un truco para concentrarnos mejor es sentir de manera consciente ese pequeño cosquilleo que se produce justo a la entrada de la nariz cuando entra y sale el aire, otro sería apreciar como el aire que entra es más frío y más caliente el que expulsamos. No debemos alterar nuestra respiración habitual, no hay que hacer grandes inspiraciones, respirar como lo haces siempre, e intentamos olvidarnos de todo los demás.
Es absolutamente habitual que en las primeras sesiones nos resulte muy difícil evitar cualquier tipo de pensamiento, surgirán muchos, nos despistaremos y nos olvidaremos de la respiración, cada vez que esto ocurra, reconoce el pensamiento que te mantiene ocupado y déjalo pasar, volviendo a poner de nuevo toda tu concentración en la respiración y procura no pensar en ‘no sé meditar’, ‘no me estoy concentrando’, a todos nos pasa incluso después de meses de práctica, pero con paciencia y con el ejercicio diario esas distracciones cada vez serán menores y más débiles.
Una de las partes que me pareció más bonita de todo este proceso, es que justo antes de abrir los ojos, podemos dedicar cada meditación a un asunto que te parezca importante, puede ser algo personal o universal, desde ‘para salir de la situación negativa en la que me encuentro ahora’, hasta ‘para que el amor triunfe en el mundo’ y así crear, imaginariamente, un lugar donde van todas nuestras meditaciones.
Beneficios
- Logramos que la mente se relaje, le damos un descanso del incesante trabajo al que está sometida
- Rebajamos tensiones, reducimos el estrés, conseguiremos una agradable sensación de tranquilidad
- Muy útil en problemas de trastorno del sueño, etapas depresivas, de ansiedad
- Favorece la concentración
- Merece la pena sacar esos minutos al día, para dedicártelos a ti.