Creo que como todos sabemos, el consumo de tabaco supone un riesgo elevadísimo para nuestra salud, aumentando la posibilidad de padecer enfermedades crónicas, especialmente pulmonares y cardiovasculares y significativamente el cáncer. Según datos de la Organización Mundial de la Salud [OMS], en el mundo mueren 6 millones de personas al año por el tabaquismo, y el 50% de los fumadores sufrirá algún tipo de enfermedad seria por ello [ataque al corazón, neumonía, bronquitis crónica, enfisema pulmonar…], de todos estos, 600.000 son fumadores pasivos [especialmente niños], no fuman sino que inhalan el humo de otros, humo que contiene nada menos que unos 250 productos químicos perjudiciales para nuestra salud, unos 100 muy perjudiciales y más de 50 son causantes de cáncer. Sin duda, no es una tarea fácil, porque es tremendamente adictivo, pero son suficientes motivos para proponerse dejarlo.
En cuanto a lo que nos atañe, la nutrición, el tabaco es uno de los ‘productos’ que mayor cantidad de radicales libres produce en nuestro organismo, estos elementos atacan directamente a nuestras células favoreciendo el envejecimiento prematuro de las mismas y su crecimiento irregular asociado al cáncer. Si fumamos, gran parte de nuestras vitaminas, especialmente las vitaminas E, A y C se destinarán a combatir enérgicamente estos radicales [no consiguiéndolo en muchas ocasiones], provocando que descuiden el resto de sus funciones o que se produzca un déficit importante de las mismas por las grandes cantidades que se utilizan, es como si el tabaco agotara las reservas de muchos nutrientes, también de los carotenos y de minerales como el zinc, el manganeso y el cobre.
Además de por el humo aspirado, fumar durante el embarazo es un hábito de alto riesgo, ya que el tabaco actúa directamente contra la correcta absorción del ácido fólico [vitamina B9], fundamental para el desarrollo del feto, puede derivar en neonatos con problemas de peso y estatura.
Otro de sus efectos habituales es encontrarnos falta de vitamina B12 en los fumadores, ya que esta se emplea para neutralizar los efectos adversos de la cianidina que se inhala con el humo del tabaco, el déficit de vitamina B12 desestabiliza nuestro sistema nervioso, generando problemas de estrés, ansiedad… que tratamos de calmar fumando más, lo que nos introduce en un bucle de difícil salida.
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