El sistema inmunológico, inmune, nos defiende de manera muy activa contra gérmenes y microorganismos [virus, hongos, parásitos, bacterias…] que pueden comprometer nuestra salud. Realiza un trabajo enorme y magnífico a cada segundo de nuestra vida y, siempre que lo cuidemos, nunca nos falla, salvo en contadas ocasiones que suelen ser las más molestas ya que se traducen en enfermedades o infecciones.
Los glóbulos blancos o leucocitos son lo que conocemos como nuestras defensas [aunque son las más numerosas, no son las únicas células encargadas de esta tarea], simplificando muchísimo el proceso se encargan de localizar a estos agentes externos en cualquier parte de nuestro organismo y tratan de destruirlos para que no nos fastidien.
Las alergias, por ejemplo, son una señal del trabajo de nuestro sistema inmune, son un desorden de este sistema que se ve sobrepasado por una gran cantidad de agentes externos ‘puñeteros’, no le da tiempo a liquidarlos a todos, de ahí que saque todas sus armas posibles, poniendo en alerta a todo el organismo, lo que se traduce en un exceso de la producción de mucosidad, de lágrimas, de estornudos, en un esfuerzo titánico por desalojar a eso agentes de nuestro cuerpo.
Alimentos beneficiosos para el sistema inmunológico
· Las crucíferas [brócoli, coliflor, repollo…] sin duda sus mejores aliadas por sus propiedades antivíricas y antibacterianas. Debido especialmente a su contenido en elementos azufrados.
· Las setas son tremendamente eficaces para mantener alerta a nuestras defensas por sus betaclucanos, además de ser potentes contra la aparición del cáncer.
· Los frutos rojos [arándanos, moras, frambuesas, fresas y granadas], ya que estimulan la producción de glóbulos blancos y anticuerpos.
· El ajo y la cebolla, al igual que las crucíferas, por sus componentes azufrados.
Negativos para el sistema inmune:
· De nuevo el azúcar blanco [más los alimentos elaborados con ella], ya que se ha demostrado que parte de las células del sistema inmune, quedan atrapadas en el azúcar que fluye por nuestra sangre perdiendo toda su eficacia.
· El hábito que pasa más desapercibido y que afecta de manera muy negativa es el estrés. Cuando estamos estresado nuestro organismo piensa que nos encontramos constantemente en una situación de peligro lo que desemboca en un desgaste, en un sobretrabajo de nuestros glóbulos blancos, lo que deriva en una menor eficacia en su trabajo.