La masticación es la primera fase de nuestra digestión y una de las más importantes ya que determinará el resto del proceso. El funcionamiento lo conocemos todos, trituramos los alimentos con nuestros dientes en la boca, creando lo que se conoce como el bolo alimenticio que pasará al estómago a través del esófago.
En las culturas asiáticas siguen el principio de ‘masticar los líquidos y beber los sólidos‘. ¿Eso cómo es? Es aconsejable que los líquidos, especialmente zumos de frutas, de verduras… pasen unos segundos en nuestra boca, los mastiquemos, para que la ptialina, una enzima, comience con la digestión de esos alimentos, también la saliva actúa como antibacteriana por si se ha colado algún ‘bichito’ que nos pueda fastidiar. Y los sólidos debemos masticarlos hasta que prácticamente sean una papilla líquida, para evitar problemas estomacales como digestiones pesadas, reflujo… estreñimiento, gases, etc.
Es cierto que los hábitos actuales como las prisas, la comida rápida, y sobre todo comer mientras vemos la televisión… no favorecen que le dediquemos tiempo a la masticación, pero es importantísima por muchas razones:
- Tener una digestión sin complicaciones
- La saliva además contiene parotina, una hormona, que estimula nuestro metabolismo
- Cuanto más mastiquemos más saliva se produce y eso ayuda a que si quedan restos de comida en los dientes no se produzcan caries
- Una buena masticación llena de oxígeno a nuestros órganos y relaja nuestro sistema nervioso
- Evitaremos comer ‘más de la cuenta’ ya que si hacemos una comida pausada nos saciaremos antes
- Y algo que aunque parezca insignificante, nos reporta interesantes beneficios a nivel emocional: saborear gustosamente los alimentos
