Alérgenos alimentarios: cómo identificarlos en las etiquetas

Los alérgenos alimentarios son uno de los elementos que más dudas genera actualmente para muchos consumidores, ya que con el paso de los años cada vez se diagnostican un mayor número de alergias e intolerancias alimentarias debido al auge de las técnicas de detección de estos problemas.

En este sentido, encontramos en los alérgenos un elemento confuso para muchas personas, ya que pueden ser difíciles de identificar en el etiquetado de los productos que vemos en el supermercado.

Qué es un alérgeno alimentario

En general, podemos calificar como alérgeno alimentario a cualquier componente o sustancia propia de los alimentos capaz de desencadenar una reacción adversa e indeseable en el organismo humano. Los síntomas de esta reacción pueden variar en intensidad y forma, siendo muy características las erupciones cutáneas, enrojecimiento de la piel, falta de aire y asfixia en los peores casos.

En este sentido, podemos diferenciar los síntomas que provocan las alergias y las intolerancias alimentarias, ya que estas últimas no suelen ser tan contundentes ni agudas, sino que suelen estar más relacionadas con problemas a nivel digestivo. Igualmente hay que prestarles atención, por supuesto.

Los 14 alérgenos de obligado etiquetado

A pesar de que cualquier componente de los alimentos puede causarnos una alergia o intolerancia, existen algunos que lo hacen de forma más frecuente (al menos en la Unión Europea).

Por ello, la legislación europea cataloga 14 compuestos como alérgenos de obligado etiquetado en el envase de los alimentos. Estos 14 alérgenos de obligado etiquetado son: cereales que contienen gluten, crustáceos, huevos, pescado, cacahuetes, soja, lácteos, frutos secos de cáscara, apio, mostaza, sésama, sulfitos, altramuces y moluscos.

Como decía, esto no quiere decir que otros compuestos no puedan desencadenar problemas de salud asociados a una alergia o intolerancia. De hecho, muchas frutas o verduras también se relacionan con alergias, pero como ves no aparecen en este listado. Esto es debido a que realmente no suponen un porcentaje de casos lo suficientemente relevante en el total de la Unión Europea.

Respecto a cómo identificarlos, es obligatorio que los alérgenos aparezcan resaltados en el etiquetado alimentario. Habitualmente solemos verlos representados por letras en negrita, cursiva o mayúscula que sirven para destacar su nombre por encima del resto de ingredientes. De esta forma se pueden localizar de forma mucho más sencilla, así las personas con alergias e intolerancias lo tienen bastante más fácil.

¿Y qué pasa con las trazas?

Las trazas son también un gran misterio para la mayoría de consumidores, ya que no sabemos exactamente qué representan en la mayoría de casos. Pueden confundirse a menudo con los propios alérgenos. Y, aunque hacen referencia a los mismos componentes, realmente significan algo distinto.

Generalmente, las trazas se utilizan cuando no se puede garantizar la ausencia de un alérgeno durante un proceso de producción de alimentos. Por ejemplo, si en la misma fábrica se producen alimentos con gluten y productos que no deberían tener gluten en sus ingredientes, entonces estos últimos deben indicar las trazas de gluten para evitar posibles contaminaciones cruzadas.

Lo que pocas personas saben es que realmente no hay una obligación legal como tal de mencionar las trazas en el etiquetado alimentario. Realmente, las trazas se utilizan a modo preventivo para evitar esas posibles contaminaciones cruzadas y los problemas que estos pueden causar.

Así, si una persona es alérgica o intolerante a una de las 14 sustancias podrá detectar fácilmente que esta se encuentra en el producto y descartar comerla por el bien de su salud. Por otro lado, el resto de personas que no tienen alergias e intolerancias podrán consumir el producto sin ningún tipo de problema para su salud.

El problema de las trazas es que muchas veces se utilizan de manera indiscriminada. Es decir, muchas empresas ponen todas las trazas posibles en lugar de asegurarse de aplicar eficientes protocolos de limpieza y desinfección entre las diferentes etapas de procesado, y esto puede suponer un problema. De hecho, para muchas personas, el uso de las trazas de esta forma supone una práctica de dudosa ética. Realmente puede desinformar al consumidor acerca del contenido real de ciertos ingredientes en los alimentos, por lo que debería vigilarse más y ser regulado debidamente por la legislación.

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