5 alimentos ricos en grasas saludables

Desde hace unos años se ha venido creyendo que todas las grasas son perjudiciales para la salud, principalmente debido a que su contenido en calorías es mayor al que aportan el resto de macronutrientes: las proteínas y los glúcidos.

Concretamente, cada gramo de grasa aporta 9 Kcal, mientras que cada gramo de proteínas y glúcidos arroja cifras de 4 Kcal, respectivamente. Esto vendría a ser más del doble, por lo que es lógico pensar que las grasas pueden tener una mayor relación con el aumento del peso.

Sin embargo, con el paso de los años y el avance de los estudios científicos, se ha ido viendo que las calorías no lo son todo en el mundo de la nutrición, sino que multitud de factores relacionados influyen a la hora de abordar la complejidad del peso corporal.

De la mano con estas evidencias, se ha mostrado que no todas las grasas son perjudiciales para la salud. Las grasas trans, y también las saturadas, generalmente, tienen asociados mayores perjuicios hacia la salud humana, sobre todo relacionados con problemas cardiovasculares y obesidad. A pesar de ello, no todas las grasas saturadas tienen el mismo efecto.

De igual forma, encontramos las grasas insaturadas principalmente asociadas a alimentos de origen vegetal. Dentro de este grupo tenemos las grasas monoinsaturadas, como el ácido oleico y las grasas poliinsaturadas, como los ácidos grasos Omega-3. Ambos tipos se relacionan esta vez con beneficios cardiosaludables y mejoras en general de ciertos parámetros saludables.

Por ello, vamos a enumerar algunos alimentos de origen vegetal que, son ricos en grasa, pero también son alimentos saludables:

Aceite de oliva: preferiblemente en su versión virgen extra o virgen, el aceite de oliva es, literalmente, grasa pura. Sin embargo, tiene asociados una serie de beneficios en el control de la hipertensión arterial y el sistema cardiovascular que son de gran interés y que nos permiten catalogarlo como una materia prima saludable.

Aguacate: al igual que el aceite de oliva, esta fruta es rica en ácidos grasos monoinsaturados, como el ácido oleico, asociados con beneficios saludables.

Frutos secos: en general, el grupo de los frutos secos contiene grasas de muy buena calidad, destacando las nueces y los anacardos en mayor contenido graso.

Semillas: también son ricas en grasas nutricionalmente de interés, suponiendo un recurso importante para alcanzar las cantidades de Omega-3 que nuestro organismo necesita.

Aceitunas: la fuente de nuestro exquisito aceite de oliva también es, por supuesto, un alimento graso que se consume habitualmente en nuestra dieta y que posee grasas de calidad, así como un gran poder saciante.

¿Por qué duran tanto las conservas?

Las conservas conforman un grupo de productos alimentarios que nos facilita mucho la vida, ya que son capaces de resistir durante largos períodos de tiempo en buen estado.

De ahí surge el concepto de “vida útil”, que hace referencia al tiempo que un alimento puede consumirse sin que en él se desarrollen microorganismos patógenos o se produzcan alteraciones tales que impidan su consumo por motivos de seguridad o simplemente de sabor.

En ese sentido, las conservas llevan la vida útil al máximo nivel, ya que son capaces de aguantar en perfectas condiciones durante varios años en algunos casos, y esto es algo que a los consumidores siempre nos sorprende.

La clave está en el calor y el vacío

Pero, ¿cómo es posible que duren tanto tiempo? Esta pregunta tiene una respuesta técnica bastante interesante, que se sustenta en la combinación del calor y el vacío.

Todas las conservas son sometidas a un proceso de esterilización, lo que equivale a llevarlas hasta los 100ºC aproximadamente para que alcancen un estado de inocuidad máxima. A estas temperaturas, los microorganismos patógenos no sobreviven y son eliminados, así como también otros microbios que no llegan a ser peligrosos pero sí se encargan de producir cambios químicos que alteran de alguna forma los alimentos.

Llegados a este punto, en el interior del envase se produce una situación de vacío, es decir, ausencia de oxígeno. Esto favorece un ambiente inerte donde los microorganismos no pueden desarrollarse en el interior del alimento, ya que además estamos eliminando el oxígeno, un elemento muy importante para el desarrollo de multitud de patógenos.

Por ello, generalmente las conservas no necesitan aditivos o no deberían necesitarlos. En algunas ocasiones sí que vemos algunos antioxidantes o aromas, es decir, sustancias que meramente tienen una función de maquillaje, pero no protectora.

Las conservas no necesitan conservantes —valga la redundancia— ya que por sí mismas se conservan en excelentes condiciones gracias a la combinación del calor y el vacío. Por eso, al contrario de lo que muchas personas creen, el uso de conservantes como nitritos, nitratos y sulfitos en las conservas no tendría demasiado sentido, y por eso no se utiliza.

Recordemos que las conservas tienen fecha de consumo preferente, y no de caducidad. Esto quiere decir que pueden consumirse pasado dicho periodo sin que nuestra salud peligre. Eso sí, el alimento habrá perdido propiedades organolépticas como sabor, color y aroma. Por suerte, la fecha de consumo preferente es tan amplia que es muy difícil sobrepasarla, llegando a superar en algunos casos los 2 y 3 años, como comentábamos al inicio de este artículo.

¿Son efectivas las infusiones?

Las infusiones nos permiten consumir algunas hierbas, especias y esencias de una forma muy apetecible y placentera. Además, desde siempre se nos ha dicho que su consumo es sumamente beneficioso para la salud humana, por lo que tenemos culturalmente arraigada su presencia de una forma bastante notable.

En la práctica, sirven para incrementar nuestro consumo de agua de forma mucho más divertida y variada, ya que nos aportan sabores y aromas muy interesantes. Por si no fuera poco, pueden ayudarnos a desplazar otras bebidas menos saludables de nuestro patrón de consumo, como el alcohol y los refrescos.

Sin embargo, se da el caso de muchas personas que exageran los beneficios de las infusiones por encima de sus posibilidades, llegando a creer que son capaces de mejorar ciertos síntomas o problemas de salud que padecemos durante la edad adulta.

¿Tienen propiedades saludables?

Si bien es cierto que algunas infusiones clásicas como el té, la manzanilla o la tila pueden aliviar ciertos malestares intestinales, o incluso pueden relajarnos en algunos casos, lo cierto es que esto se debe principalmente a la temperatura alta que posee la infusión —es decir, que sea una bebida caliente— y no tanto al principio activo.

También resultan eficaces aquellas infusiones o suplementos naturales contra la formación de gases, como el hinojo, el jengibre o el anís [en planta no en bebida ;)]. Es decir, pueden ser eficaces para asuntos que realmente no son una dolencia, una enfermedad, sino algo «inofensivo» para el organismo, como los gases, que son molestos, pero no peligrosos.

Esto significa que el beneficio exagerado que se otorga a muchas infusiones como el té verde, la cola de caballo o el cardo mariano no se corresponde con la realidad.

La mayoría de propiedades asociadas generalmente a las infusiones se centran en la creencia errónea de que ayudan en la pérdida de peso. Esto es debido a que algunos compuestos como las catequinas ubicadas en el té (especialmente en el té verde) han mostrado en algunos estudios científicos cierto potencial en la pérdida de grasa.

Sin embargo, estos datos todavía no han aportado conclusiones sólidas y es necesario investigar más al respecto de estos mecanismos relacionados con la pérdida de grasa.

Por otro lado, existe un marketing bastante fuerte que trata de ensalzar excesivamente ciertas propiedades saludables de las infusiones, lo cual perjudica notablemente la percepción general que se tiene de estos productos.

Las infusiones no son la panacea

Las infusiones no deben ser consideradas como una panacea o solución definitiva a nuestros problemas de salud, sino que se comportan como una alternativa saludable que puede tener un impacto positivo en nuestra salud, al igual que muchos otros factores.

De nada sirve tomar muchas infusiones si el resto de nuestra dieta es pobre en nutrientes y excesiva en energía, al igual que si practicamos poco ejercicio físico. Al final acabaremos engordando, ya que ningún elemento saludable por sí solo es capaz de garantizar el mantenimiento del peso. Este depende de muchas variables interconectadas donde la ingesta de infusiones es tan solo una de ellas.

Calcio y vitamina D: una relación muy estrecha

El calcio es un mineral sumamente importante en la formación y el mantenimiento óptimo de nuestros huesos. De hecho, su ingesta cobra especial relevancia con el paso del tiempo, cuando entramos en edades más avanzadas donde nuestra salud ósea puede ser más delicada.

Con el tiempo, la pérdida de tejido óseo puede causar problemas como la osteoporosis, una enfermedad en la que los huesos se debilitan y son más propensos a las fracturas.

Lo que pocas personas conocen es que también existe una vitamina estrechamente relacionada con la salud de nuestros huesos, y esa es la vitamina D.

Por ello, es importante ingerir suficiente vitamina D y calcio para mantener los huesos saludables y reducir el riesgo de debilidad en los huesos. Además, el ejercicio frecuente y moderado ayuda a mantener la masa ósea en buen estado, lo que se traduce en unos huesos más fuertes.

La vitamina D interviene en el proceso de absorción que nuestro organismo realiza sobre el calcio, por lo que su presencia cobra especial importancia cuando queremos cubrir las necesidades dietéticas de este micronutriente.

En la actualidad se cifra su déficit en un 80% a nivel mundial y entre un 40-65% en España. Es el déficit nutricional más habitual. Puede que estemos consumiendo suficiente calcio en nuestra dieta, pero si no mantenemos unos niveles adecuados de vitamina D, este calcio no será absorbido correctamente y de nada servirá. Por ello, calcio y vitamina D deben contemplarse como dos nutrientes que van de la mano.

De hecho, en nuestra sociedad el déficit de calcio es prácticamente inexistente. Por eso debemos dejar de poner tanto foco en el calcio y más en la vitamina D.

Además de los lácteos, existen un gran abanico de alimentos vegetales ricos en calcio que perfectamente sirven para mantener estables los niveles de este nutriente, principalmente vegetales de hoja verde como el brócoli, acelgas y coles de Bruselas, así como también frutos secos, legumbres, granos integrales, semillas…

En cuanto a la vitamina D, el problema es que no hay alimentos con suficiente cantidad de esta vitamina. Encontramos algo en lácteos, pescado o setas, pero en cantidades mínimas. Deberíamos tomar el sol 10-15 minutos al día en cara y brazos como mínimo o la suplementación. El problema es que estamos todo el día a cubierto en casa, trabajo o vivimos en zonas que no podemos disfrutar del Sol cada día.

Cada vez es más recomendable la suplementación de vitamina D por estos hábitos de vida. Sobre todo para la prevención de la osteoporosis, principalmente, en mujeres.

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5 consejos para hidratarse en días de calor

Mantener una adecuada hidratación resulta fundamental para que nuestro estado de salud se mantenga en condiciones óptimas, sobre todo durante el verano y con la llegada de las altas temperaturas. 

El agua es un elemento indispensable para el ser humano, ya que no solamente forma parte de nuestra composición corporal, sino que también resulta ser el medio necesario para multitud de reacciones químicas y procesos metabólicos que suceden en el interior de nuestro organismo.

Por ello, hoy te ofrezco 5 sencillos trucos para que mantengas tu estado de hidratación en perfectas condiciones. ¡No te las pierdas!

Acompaña tu comida siempre con agua. Las bebidas azucaradas y alcohólicas como vino y cerveza resultan tentadoras durante el verano, y pueden ser aceptables de forma muy, muy puntual en ciertos contextos sociales. Sin embargo, nuestra opción prioritaria siempre debe ser el agua. Destierra esto de no beber agua mientras comes, es más viejo que el hilo negro, muy desfasado. Además, las bebidas alcohólicas favorecen el proceso de deshidratación, por lo que debemos tener cuidado durante el verano.

Las infusiones como recurso refrescante. En muchas ocasiones creemos que las opciones saludables para pedir en una terraza veraniega son muy limitadas. Sin embargo, podemos recurrir a algunas preparaciones refrescantes como café o té con hielo, cerveza sin alcohol o aguas infusionadas con frutas que nos permiten disfrutar en nuestro entorno social de una forma mucho más saludable, y también refrescante.

Verduras y hortalizas en cada plato. Esta recomendación no es únicamente válida durante el verano, sino que también nos sirve para cualquier época del año. Las verduras y hortalizas son alimentos ricos en agua que también suman y aportan cantidades importantes de esta sustancia elemental. Normalmente únicamente pensamos en la ingesta de líquidos para cumplir con nuestros requerimientos hídricos, pero también debemos considerar el agua contenida dentro de los alimentos.

Tu sed, el mejor indicador para estar bien hidratado. No tiene por qué ser necesario beber una cantidad determinada de agua al día, ya que estos requerimientos varían según cada persona. Por ello, para la población general, la mejor recomendación será vigilar nuestra sed para cumplir con una correcta hidratación e ingesta de líquidos. No es necesario tomar agua a todas horas ni vivir pegados a una botella de agua.

No tengas miedo a la fruta. El melón y la sandía se convierten prácticamente en religión para muchos de nosotros durante el verano. Y es que, consumir fruta a cualquier hora del día es una opción ideal para mantenernos correctamente hidratados durante el verano. Además de su elevado contenido en agua, también nos aportan cantidades muy interesantes de vitaminas y minerales que nos ayudan a mantener un adecuado estado de salud.

¡Organiza bien tu frigorífico!

Cuando almacenamos alimentos en el frigorífico, es recomendable seguir una serie de pautas para alargar la vida útil de los alimentos y también el buen estado de nuestro refrigerador. ¿Conoces las más importantes? Te las contamos a continuación.

En primer lugar, debemos mantener una adecuada separación entre los alimentos. Si estos permanecen muy pegados entre sí, el frío no circulará de forma correcta y los alimentos no se mantendrán a una temperatura adecuada.

Y es que la temperatura se convierte en protagonista cuando hablamos de errores durante el almacenamiento en el frigorífico. Uno de los fallos más habituales que cometemos consiste en guardar las sobras de comida cuando todavía permanecen calientes. Si refrigeramos nada más cocinar, estaremos elevando la temperatura global del frigorífico y alterando los alimentos que tengamos alrededor. Por ello, lo mejor será dejar que nuestra comida se enfríe unos minutos antes de introducirla en el frigorífico.

Por otro lado, es muy importante que almacenemos las frutas, verduras y hortalizas en el cajón habilitado para ello. Recuerda que en la mayoría de frigoríficos esta zona suele estar ubicada en la parte inferior.

También es recomendable deshacerse de los posibles envoltorios o bolsas que contengan dichos vegetales antes de meterlos al frigorífico. Esta recomendación no solo se basa en cuestiones higiénicas, sino que también obedece a que algunos vegetales siguen madurando tras la recolección. Por tanto, si los mantenemos en un entorno muy cerrado se echarán a perder antes. De esta forma será preferible retirar todos los envases y guardar estos alimentos directamente en el cajón de vegetales.

Cuando hablamos de descongelación, nuestro frigorífico se convierte en un recurso muy útil para llevar a cabo este proceso de forma más efectiva y adecuada. Para descongelar, es interesante que coloquemos los alimentos deseados en la última balda del frigorífico, la que normalmente está encima del cajón de los vegetales. De esta forma realizaremos una descongelación mucho más segura, sin posibilidad de contaminar el resto de alimentos del frigorífico.

Almacenar los alimentos en envases o tuppers cerrados se convierte en la mejor opción. De esta forma será más fácil separar los alimentos crudos de los cocinados, previniendo potenciales intoxicaciones alimentarias. Además, de esta forma estaremos evitando la mezcla de olores entre distintos alimentos.

Por último, debes tener en cuenta que la zona de almacenamiento ubicada en la puerta del frigorífico es la menos fría, ya que tras cada apertura del electrodoméstico ve alterada su temperatura en mayor medida. Por ello, es recomendable que esta zona la utilicemos para bebidas, conservas y encurtidos, es decir, para aquellos productos alimenticios que sean menos sensibles a los cambios de temperatura.

¿Por qué los refrescos se «comen» el calcio?

Creo que a estas alturas todos sabemos la larga lista de problemas que puede ocasionar a nuestro organismo el consumo continuado de refrescos, entre los que destacaría la enorme cantidad de azúcares añadidos, una única lata de refresco de cola contiene hasta 35 gramos de azúcar, el equivalente a 7 cucharaditas, una barbaridad en una única ingesta, el de naranja no es más saludable, contiene casi 28 gramos por lata. Pero hoy nos vamos a centrar en cómo interfieren en la absorción del calcio y por tanto cómo afectan a la salud de nuestros huesos y dientes. 

Algunos nutrientes dependen de otros para su buena absorción y disponibilidad por parte del organismo, por ejemplo, el calcio está muy relacionado con la vitamina D, tenemos que presentar unos buenos niveles de esta vitamina [su principal fuente es el Sol o la suplementación] para que parte del calcio sea absorbido, rema a favor de este mineral. En el caso del fósforo es al contrario, a mayor cantidad de fósforo menor será la absorción del calcio.

¿Esto quiero decir que no tenemos que tomar fósforo?. No, absolutamente no, el fósforo es un mineral fundamental para muchas funciones vitales como el correcto funcionamiento de nuestro sistema nervioso, formación del tejido muscular, el mantenimiento del pH y también formar parte del hueso con el calcio y el magnesio. Lo encontramos en cereales integrales, legumbres, frutos secos, semillas, etc.

¿Entonces cuál es el problema?. Pues que para que todo funcione correctamente la relación calcio-fósforo es de 1,3/1, siguiendo una dieta saludable no habría ningún problema, conseguimos esta relación de manera bastante sencilla. El problema viene cuando introducimos en nuestra dieta los refrescos de manera habitual, mucho peor si los consumimos a diario. ¿Por qué? Porque contiene una gran cantidad de folatos, de ácido fosfórico, fósforo y prácticamente nada de calcio. ¿Qué ocurre? Que esa relación 1,3/1 se rompe, se descompensa y nuestro organismo, que siempre tiene al equilibrio, libera calcio almacenado en huesos y dientes para que esa relación se mantenga, para compensar el exceso de fósforo.

Esto es especialmente preocupante en niños, los mayores consumidores de este tipo de bebidas, en pleno proceso de crecimiento óseo, aunque es igualmente desaconsejables en la edad adulta, a la larga nos podemos encontrar con un debilitamiento de los huesos que derive en osteoporosis.

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8 alimentos con más calcio que la leche

Se habla muchísimo, sobre todo en los últimos años, de la necesidad de tomar leche de vaca para conseguir el calcio deseado, sin tener en cuenta otros alimentos que tienen un aporte de calcio mayor y perfectamente absorbible. Tampoco se tiene en cuenta o por lo menos no lo cuentan al público general, que para una buena absorción del calcio, para que sea aprovechado por huesos, dientes… tenemos que tener buenos niveles de vitamina D, actualmente en Europa, el problema con la osteoporosis no es tanto por la falta de ingesta de calcio, sino de esta vitamina, alrededor del 80% de la población mundial sufre carencia de vitamina D y la inmensa mayoría no lo sabe. Como ya sabemos, o tomar el sol 10-15 minutos al día o suplementación.

La leche de vaca presenta 124 mg de calcio por cada 100 ml, vamos a ver otros alimentos que la superan:

COLES EN GENERAL [repollo, lombarda, brócoli, coliflor…], 139 mg por cada 100 gramos.

ALUBIAS BLANCAS: 175 mg por cada 100 g

GARBANZOS: 143 mg por cada 100 g

ALMENDRAS: 252 mg por cada 100 g

HIGOS SECOS: 200 mg por cada 100 g

TAHINI [pasta de sésamo con la que se hace el hummus, podéis encontrarlo en tiendas ecológicas y cada vez en más supermercados]: 430 mg por cada 100 g

SEMILLAS DE AMAPOLA: 1450 mg por cada 100 g

SÉSAMO: 975 mg por cada 100 g

En general, si llevamos una alimentación rica en legumbres, cereales integrales, semillas y frutos secos y nos expones al sol de forma moderada, no tendremos problemas con los niveles de calcio, salvo que tengamos otro tipo de dolencia para su correcta absorción. Otra opción, si te quedan dudas, son las leches vegetales enriquecidas con calcio, que presentan cantidades similares a la leche de vaca.

¡Da el paso, merece la pena!
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